Enero llega como un susurro y, al mismo tiempo, como un grito. Es el inicio de algo nuevo, la oportunidad de volver a empezar. Pero comenzar nunca ha sido fácil. Por eso, enero pide valentía. Pide que tengamos el coraje de enfrentarnos a nuestras propias dudas, de desafiar lo que nos limita y de apostar por esos sueños que hemos postergado una y otra vez.

La valentía que pide enero no es esa que requiere de grandes gestos ni de palabras heroicas. Es la valentía cotidiana, la que se esconde en los pequeños actos de fe. Levantarte un día más, a pesar de las cicatrices. Apostar por un cambio, aunque no tengas garantías. Creer en ti mismo, aunque la incertidumbre sea lo único seguro.

Empezar algo nuevo implica soltar, dejar atrás. Y ese duelo. Es el tipo de dolor que conocemos bien, pero que nunca deja de sorprendernos. Porque para construir algo nuevo, primero hay que aceptar que algo viejo debe terminar. Enero nos recuerda que los comienzos siempre son incómodos. Son como esas explosiones de fuerza que te sacuden, que te despiertan, que te obligan a moverte.

Y, sin embargo, son esas explosiones las que nos llenan de proyectos, de energía, de esperanza. Porque detrás de todo inicio hay una promesa. La promesa de que esta vez, tal vez, las cosas serán diferentes. Que los errores no nos definirán y que las oportunidades no se escaparán entre los dedos.

“Enero pide valentía”, dice el texto. Y tiene razón. Pero la verdad es que cada día pide valentía. Cada día nos desafía a ser un poco más de lo que fuimos ayer. A construir, a arriesgar, a intentarlo una vez más. Sin embargo, hay algo especial en enero. Tal vez sea el cambio de año, ese susurro colectivo de esperanza que se siente en el aire. Tal vez sea el simbolismo de un calendario en blanco, esperando ser llenado.

Lo cierto es que, si no empiezas hoy, ¿cuándo? Enero no es más que una excusa, una invitación. Pero las excusas también son oportunidades. Porque si no es ahora, ¿cuándo vas a decidir que mereces más?

Hay una valentía que a menudo olvidamos: la valentía de creer en nosotros mismos. Enero nos pide que volvamos a confiar en ese fuego interno que, aunque tenue, sigue ardiendo. Ese fuego que nos impulsa a soñar, a crear, a amar.

Porque, al final, no se trata de grandes metas ni de propósitos inalcanzables. Se trata de dar un paso, uno pequeño, hacia lo que anhelas. De abrazar la incomodidad del cambio y usarla como motor. De recordar que no necesitas ser perfecto para empezar.

Enero pide valentía, pero no solo porque el año cambió en un día. Pide valentía porque así son los comienzos: desafiantes, incómodos, llenos de posibilidades. Este es el momento de abrazar tus sueños, de confiar en el camino y de pintar tu año con los colores del coraje y la esperanza.

Así que pregúntate: ¿Qué acto de valentía harás hoy? Porque si no empiezas ahora, ¿acaso existe otro día?

© 2025 Angel Vázquez. Todos los derechos reservados.


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