Decidir es un acto cotidiano y, al mismo tiempo, extraordinario. Desde elegir qué comer hasta tomar caminos que cambian nuestra vida, las decisiones nos definen. Sin embargo, hay una verdad esencial que solemos olvidar: decidir no es solo pensar, también es sentir.A menudo, enfrentamos elecciones como si fueran problemas matemáticos. Hacemos listas de pros y contras, consultamos a quienes nos rodean, buscamos señales externas para orientarnos. Pero, en el fondo, hay un lenguaje más profundo, más honesto, que nos guía: el de nuestras emociones. Ese lenguaje no siempre es claro ni sencillo de interpretar, pero es el único que conecta directamente con lo que realmente importa.Para decidir, primero necesitas sentir. Sentir lo que te mueve, lo que te hace vibrar, lo que te incomoda, lo que te asusta. Solo al reconocer esas emociones puedes elegir un camino que sea auténtico, uno que resuene contigo y no solo con las expectativas del mundo.
Vivimos rodeados de ruido. Opiniones, consejos, normas sociales, exigencias externas… Todo parece estar diseñado para alejarnos de nuestra voz interior. Nos enseñarán a analizar, a justificar, a calcular. Desde pequeños, aprendemos a tomar decisiones «inteligentes» basadas en lo que otros consideran correcto. Pero, ¿qué pasa con lo que sentimos? ¿Con ese impulso inexplicable que no cabe en una hoja de cálculo?Imagina por un momento que estás frente a una bifurcación en el camino. Un lado parece claro y seguro, pero al mirarlo sientes un vacío inexplicable. El otro camino es incierto, lleno de curvas y sombras, pero hay algo en él que te llama, que despierta una chispa en tu interior. ¿Qué eliges?El problema no es la bifurcación, sino el ruido que no te deja escuchar lo que realmente deseas. Ese ruido puede ser el miedo al fracaso, las expectativas de los demás o incluso tus propias dudas. Pero en algún lugar, debajo de todo eso, hay una verdad silenciosa esperando ser escuchada.
El corazón no habla en palabras, sino en sensaciones. Es un nudo en el estómago cuando algo no está bien, una sensación de alivio cuando decide soltar aquello que no te hace feliz, un cosquilleo de emoción cuando imaginas lo que realmente quieres. Esas señales son tu brújula interna, una guía que no siempre tiene lógica pero que rara vez se equivoca.Piensa en los momentos clave de tu vida, esas decisiones que marcaron un antes y un después. Tal vez fue elegir una carrera, mudarse a otra ciudad, aceptar o dejar una relación. ¿Qué fue lo que te llevó a decidir? ¿Fue una lista de razones o fue esa certeza inexplicable que sentiste en el pecho?Decidir desde el corazón no significa ignorar los riesgos o las consecuencias. Significa escuchar esas señales y darles un lugar en el proceso. Es confiar en que hay algo dentro de ti que ya sabe la respuesta, incluso si aún no puedes explicarla con palabras.
Sentir puede ser aterrador. Nos enfrentamos a deseos que preferiríamos ignorar, a verdades que nos incomodan. ¿Y si lo que quiero no es lo correcto? ¿Y si me equivoco? Estas preguntas nos paralizan, nos empujan a tomar decisiones seguras pero vacías, a elegir caminos que nos alejan de quienes somos.Sin embargo, equivocarse no es el peor de los errores. El verdadero error es traicionarte a ti mismo, ignorar lo que sientes por miedo a lo que pueda pasar. Cuando decide desde el corazón, puedes tropezar, pero al menos estarás caminando tu propio camino. Cada error será una lección, no un arrepentimiento.
Sentir no es debilidad, es valentía. Es atreverte a mirar hacia adentro cuando el mundo te dice que mira hacia afuera. Es escuchar esa voz que te dice: “Este no es tu lugar” , o “Este es el momento de arriesgarte” . Es aceptar que no siempre tendrás certezas, pero que tus emociones son una guía poderosa para moverte hacia lo que realmente quieres.Cuando decides desde lo que sientes, no estás eligiendo lo fácil, sino lo auténtico. Estás diciendo “sí” a tu verdad y “no” a todo lo que te aleja de ella.
Cuando decides desde el sentir, te acercas a lo que realmente eres. Cada elección, por pequeña que sea, se convierte en una expresión de tu autenticidad. No importa si el camino es incierto o si los demás no lo entienden. Lo que importa es que es tu camino.Esto no significa que siempre será fácil. Habrá momentos de duda, pasos inciertos y decisiones difíciles. Pero cuando eliges desde lo que sientes, incluso los tropiezos tienen sentido, porque sabes que estás siendo fiel a ti mismo.
REFLEXIONEMOS
Hoy quiero invitarte a un momento de silencio. Cierra los ojos y pregúntate: ¿Qué estoy ignorando? ¿Qué estoy sintiendo pero no me atrevo a escuchar? No necesitas tener todas las respuestas ahora. Solo necesitas abrirte a la posibilidad de que lo que sientes es válido, que tu corazón sabe más de lo que crees.Para decidirte, necesitas sentir. No tengas miedo de hacerlo. En esas emociones, por confusas que parezcan, está la brújula que te guiará hacia una vida más auténtica y plena, confía en el corazón que nunca se equivoca cuando decide escucharlo.
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